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El movimiento “Black Lives Matter (“BLM”)”, o sea, que la vida de los negros sí importa, ha provocado una significativa reacción emocional en los últimos meses.  Cuando la National Basketball Association, la “NBA”, comience otra vez la temporada, los televidentes van a ver esa frase estampada en las canchas y en las camisetas de algunos jugadores.  Lo que no se verá en televisión son las grandes empresas que han enfrentado un significativo resentimiento por tratar de prohibir a los empleados que usen máscaras y otras prendas de vestir exhibiendo las letras “BLM”.  Por ejemplo, la semana pasada varios empleados de Whole Foods entablaron una demanda colectiva aduciendo que fueron objeto de discriminación racial y de represalias por usar máscaras y otras prendas con las letras “BLM”, incluso después de que Whole Foods hubiera revocado su prohibición inicial contra ese tipo de máscaras.

Algunos empleados aseveran que su derecho a la libertad de expresión debería permitirles ponerse cualquier prenda de vestir que deseen para ir al trabajo, sin darse cuenta de que la Primera Enmienda solo los protege de las restricciones irrazonables del gobierno.  Legalmente, los empleadores privados pueden restringir la expresión siempre que esto no viole otras leyes.

Por ejemplo, si los empleados participan en actividades concertadas con respecto a los términos y condiciones de su empleo, la Ley Nacional de Relaciones Laborales (“NLRA” por “National Labor Relations Act”) puede proteger su conducta y su expresión.  El uso de una máscara que lleve puesto “BLM” podría estar permitido por esa ley si los empleados estuvieran protestando por la discriminación en el lugar de trabajo, pero en general eso no es lo que hemos visto.   Más bien, los empleados quieren expresar su apoyo al movimiento social que encarna la consigna de “Black Lives Matter”.  Por lo tanto, al considerar las restricciones en el código de vestimenta de los empleados, al igual que con muchos otros problemas, los empleadores deben evaluar los posibles asuntos jurídicos, sociales y comerciales a la vez.

Como muchas empresas opinan que el movimiento “BLM” está en línea con su valores y que refuerza su compromiso con sus diversos empleados, gerentes, clientes y asociaciones, han decidido permitir que los empleados se expresen con su vestimenta. Por ejemplo, después de prohibir inicialmente todo tipo de ropa con el lema “BLM”, Starbucks revocó su decisión y decidió imprimir 250,000 camisas con la marca de la compañía que llevaban esa consigna, y planean poner las camisetas a disposición de todos los empleados, de forma similar a cómo la compañía celebra el “Mes del Orgullo”.  Además, Wawa cambió su política que prohíbe la indumentaria “BLM” y ahora permite a los empleados usar broches con la insignia “BLM” para expresar su apoyo al movimiento.    Otras empresas han tenido dificultades con este tema.  Un empleado de Costco en el área de Chicago se puso una máscara de “Black Lives Matter” para ir al trabajo pero, según el empleado, se le dijo que dejara de usarla porque era “una cosa política”, “controvertida” y “disruptiva”.  Finalmente, el empleado terminó recibiendo permiso para usar una máscara que representara un puño en alto, siempre que no llevara palabras.

A algunos empleadores les preocupa que permitir a los empleados que usen máscaras o camisetas con “BLM” provocará que otros quieran ponerse prendas con “Blue Lives Matter” en defensa de los policías, “White Lives Matter” en defensa de los blancos u otros tipos de vestimenta cargadas de lemas políticos o sociales, lo que inflamaría el ambiente laboral y podría causar innecesarias perturbaciones potencialmente peligrosas.  Además, a las empresas les preocupa alienar a clientes potenciales que pueden tener opiniones diferentes a los lemas, especialmente cuando las empresas luchan por atraer compradores debido a la pandemia.  Los empleadores que restrinjan las prendas que se pongan sus empleados deben hacerlo de una manera no discriminatoria, uniforme y justa.

Muchos empleadores han decidido imponer (o han mantenido) una política neutral que proscribe los mensajes sociales o políticos de todo tipo, mitigando así el impacto que puede tener una declaración que haya discriminado a un grupo o favorecido a otro.  Si bien la aplicación de una política neutral podría parecer una solución fácil, puede resultar difícil en la práctica, ya que los clientes y el público son sensibles a alinearse con marcas (o a distanciarse de estas) en base a las opiniones sociales de las empresas.

A medida que la economía (con suerte) siga reabriéndose, más empleadores van a enfrentar este problema y deberían sopesar los riesgos de la publicidad adversa y del espíritu de los empleados al decidir qué enfoque implementar.  Aunque existen claras implicaciones legales, en última instancia, los empleadores deben ver este tema desde una perspectiva comercial e implementar su política de una manera considerada y uniforme.