Todos nos acordamos del mito de George Washington y el cerezo. Washington le dijo a su padre que él no podía mentir y que de hecho él había tratado de cortar el cerezo de su papá. Su padre entonces lo elogió y lo abrazó por haber sido tan honesto.
Un amigo recientemente me contó su exasperación con la escuela de bachillerato de su hija. Parece ser que esta chica participó en algunas jugarretas estudiantiles con algunos compañeros de clase y que, después de haber admitido su participación, fue expulsada del colegio. Sin embargo, sus compañeros, quienes negaron su participación, no recibieron castigo porque la escuela no podía probar su complicidad. Sin duda que la escuela tiene el derecho a disciplinar a sus alumnos en la forma que considere apropiada, pero… ¿no le están dando un mensaje erróneo al estudiante que coopera en una investigación y que sinceramente admite haber cometido una trasgresión menor?
A los abogados de derecho laboral y a los profesionales de recursos humanos a menudo les piden que investiguen asuntos más graves correspondientes a reclamaciones presentadas por denunciadores, acusaciones de acoso sexual y otros tipos de alegaciones relacionadas con conducta cuestionable en el centro de trabajo. Para realizar estas investigaciones, tenemos que depender de la cooperación y la sinceridad de empleados que quizás vacilen en brindarnos ayuda. Hay empleados que tienen información pertinente al caso pero que a menudo temen retaliación por parte de la empresa o de sus colegas. Tal vez este asunto se pueda abordar fácilmente recordándoles la política de la empresa contra la retaliación a los testigos.
Es más difícil lidiar con el empleado que quizá haya actuado mal o que haya presenciado algo mal hecho pero que se niega a cooperar. Quizá el empleado sea astuto y sabe que usted no tiene manera de vincularlo con la mala conducta sin su propia cooperación. ¿Qué puede usted hacer? Ciertas conductas, tales como el acoso sexual y el hurto, pueden ser inexcusables e imperdonables. Pero en otras situaciones tal vez sea más importante entender lo que pasó que castigar a los participantes. Demostrar que la honradez y la franqueza no necesariamente conducen a un castigo severo puede fomentar la transparencia y la cooperación que usted necesita para proteger a los empleados y a la compañía. También debemos fomentar que los empleados se sientan que forman parte del proceso y que contribuyen y se benefician del bienestar de la empresa. Así que, la próxima vez que se encuentre con un testigo renuente, piense cuál es su verdadero objetivo: impartir castigo a toda costa o encontrar la verdad y abordarla de una manera adecuada y constructiva. No todo cerezo cortado tiene que terminar en castigo.