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De vez en cuando, todos nos sentimos como Bill Murray en la película “Groundhog Day”, preguntándonos si estamos viviendo el mismo día en el trabajo una y otra vez. Una cuestión que persiste, sin embargo, es si a todos se nos paga legalmente por hacerlo.

El viernes pasado, exactamente siete años desde que el presidente Obama firmó la Ley de Paga Justa Lilly Ledbetter (Lilly Ledbetter Fair Pay Act) el día de su investidura como primer mandatario, la Comisión de Oportunidades Igualitarias de Empleo (“Equal Employment Opportunity Commission” o “EEOC”), anunció que proponía cambios a su informe EEO-1. Comenzando el próximo año, a los empleadores – sean o no contratistas federales – con 100 empleados o más se les exigirá entregar datos sobre los ingresos reflejados en los formularios W-2 y las horas trabajadas de los empleados, desglosados por raza-etnia y por género. Existen alrededor de 60,000 empleadores en esa categoría.

La EEOC propone la adición de los nuevos datos sobre la paga y el uso de un nuevo formulario a los informes anuales EEO-1 porque opina que los nuevos datos ayudarán a esa agencia a identificar posible discriminaciones en los sueldos y salarios que se paguen y ayudarán asimismo a los empleadores a analizar problemas relacionados con la paga igualitaria en sus empresas.

Se habla mucho de la brecha en la paga relacionada con el género (que a menudo se describe en el sentido de que las mujeres ganan 77 centavos por cada dólar que ganan los hombres). Es menos claro, sin embargo, si esas estadísticas acumulativas explican las diferencias por profesión, nivel educativo y turnos laborales. De acuerdo con un estudio realizado por Claudia Goldin, una economista de Harvard, la brecha en la paga por género se reduce a 90 centavos por dólar cuando se consideran estos factores. Pero al mismo tiempo, las brechas relacionadas con el género dentro de oficios y profesiones se diferencian muchos en los distintos oficios y profesiones. La dra. Goldin señala que los cambios en el mercado laboral del sector privado, especialmente cómo los puestos de trabajo se estructuran y remuneran, podrían reducir considerablemente esas brechas. Tales cambios ya ocurren en los sectores de la tecnología, la ciencia y la atención médica, pero menos en los sectores empresariales, financieros y jurídicos.

Más vale que los empleadores hagan estos análisis ahora, y examinar muy de cerca las áreas de importancia.