Marco-PoloView English Version Here

Recientemente, tuve la oportunidad de ver la Temporada 1 de la serie de Netflix, Marco Polo. La trama de la serie se basa en el imperio mongol del siglo XIII. Sin embargo, para un abogado de derecho laboral, tal parecía que era una página de un libro de derecho laboral para principiantes.

El protagonista (o sea, el empleado descontento), Marco Polo, fue cedido por su padre comerciante, en calidad de siervo bajo contrato, al emperador mongol Kublai Kan, lo cual deja a nuestro Marco en calidad de prisionero así como de huésped del emperador. Aunque cautivo, Marco pasa su tiempo entrenándose en las artes de la espada y de la caligrafía por la gracia de su amo, el Kan.

Al desarrollarse la historia, me encontré jugando a “Marco Polo” con mi televisor. Como los niños que juegan en la piscina, cada escena y cada giro de la trama me desafiaban a mí (“¡Marco!”) a que detectara cuáles eran los escenarios análogos en las empresas (“¡Polo!”). He aquí algunas de las cosas que hacer y que evitar que se pueden aplicar a los escenarios laborales de las empresas.

Primero, nos encontramos con Cien Ojos (o sea, el Director de Recursos Humanos), el mentor ciego pero clarividente de Marco. Entre los múltiples talentos de Cien Ojos está la capacidad de poder “ver” lo que está pasando en el reino que tal vez otros no perciban. Sin embargo, él no ve la raza, el color, el origen nacional, el sexo, la religión ni ninguna otra categoría protegida de nadie.

Marco a menudo procura el consejo de Cien Ojos, especialmente cuando se trata de las reglas explícitas e implícitas del Imperio (o sea, el “manual”). En la serie queda claro que Cien Ojos —el competente y confiable Director de Recursos Humanos—es en verdad el fundamento de que todo funcione ordenada y armoniosamente en el centro de trabajo, y que es alguien que debe de poder anticipar situaciones y resolverlas antes de que las emociones las dominen. Además, la relación entre Marco y Cien Ojos demuestra la importancia que tiene mantener comunicación abierta con Recursos Humanos para poder evitar o, si no, resolver eficazmente los problemas laborales. Y recuerde que hasta las mejores políticas laborales y manuales del empleado no van a servir para nada si los empleados y los gerentes no reciben capacitación regularmente sobre cómo y por qué se tienen que seguir estas políticas.

En cuanto al Kan (llamémoslo Presidente de la Compañía), este trata de conocer a fondo las costumbres de los pueblos cuyos países ha traído bajo su dominio. Practica la tolerancia y adquiere sabiduría leyendo los libros sagrados de las diversas religiones que se profesan a lo largo de su imperio. A menudo le pide a Marco que le haga ingeniosos relatos de sus viajes para conocer mejor a su pueblo y sus tierras. En cierta manera, se le puede considerar un dictador benévolo, aunque sin duda es un hombre de armas tomar.

Y aunque hay muchos estilos de administrar eficaces, el dicho de que se cazan más moscas con miel que con vinagre irónicamente es cierto con respecto al Kan. A pesar de que muchos de sus sujetos son cautivos, el Kan les permite capacitarse en diversas artes, les da una sensación de propósito, y los recompensa por sus logros. De esa manera, se gana su firme lealtad… una valiosa lección de relaciones laborales.

Sin embargo, el Kan no es perfecto. Infringe una de las reglas cardinales al no aplicar sus políticas por igual, ni tampoco da advertencia por escrito en el espíritu de la disciplina progresiva. Sencillamente ordena que maten a los siervos desleales (que equivale al despido en mundo laboral). Por ejemplo, a uno de los siervos lo condenaron a muerte, atropellándolo con mil caballos, por robarle al Kan. (Por favor, no haga esto en su compañía.) Sin embargo, cuando al padre de Marco Polo lo agarran robando gusanos de seda, el Kan no ordena que lo maten. En lugar de eso, solamente lo marca con hierro candente y lo expulsa del Reina (una rápida “advertencia final por escrito”) a causa de su compasión por Marco.

En el ambiente laboral, cuando una empresa no aplica sus políticas por igual, a no ser que tenga una razón legítima para hacerlo, esto puede dar lugar a una reclamación por discriminación basada en el tratamiento dispar. Y también tenga presente: el castigo tiene que guardar proporción con el delito. En algunos casos, la disciplina progresiva, tal como dar una advertencia o una suspensión, puede ser más apropiada que una acción determinante, como el despido.

Al igual que en un típico centro de trabajo en el Sur de la Florida, los episodios de Marco Polo están llenos de giros en la trama, personajes que montan en cólera (y lo que pierden la cabeza), engaños y finales que lo dejan a uno con el corazón en la boca. No importa cuál sea el “estilo administrativo” de su compañía, mire unos cuantos episodios y vea si usted es un profesional (o un Kan) en cuestiones de la buena administración laboral.