La semana pasada llevé a mi hijo de 9 años a comprar un disfraz de Halloween (por supuesto que él eligió ser “Thor”). Mientras estaba en la tienda de disfraces, decidí buscar un disfraz para mí porque mi empresa estaba organizando un concurso de disfraces en el trabajo. Sin embargo… ¡cada disfraz que veía era más atrevido que al anterior! Después de que una asociada de ventas bien intencionada (aunque despistada) me trajera seis disfraces, uno más inapropiado que el otro (por ejemplo, de dominatriz, de enfermera traviesa, de la arlequín “Harley Quinn”, etc.), ella finalmente solicitó la ayuda de su gerente, quien me sugirió que usara un falda de caniche rosa estilo años cincuenta, calcetines bobby (al nivel del tobillo) y un cárdigan, o sea, vestirme como “Sandy” en la película “Grease”. ¡Por fin, un disfraz apropiado para una abogada de derecho laboral!
Esta tonta experiencia me recordó un blog que escribí hace unos años con algunos consejos importantes para que los departamentos de Recursos Humanos los tengan en cuenta si su empresa está organizando una fiesta de Halloween.. Vea ese blog aquí: Halloween is a Scary Time for Employers | BeLabor the Point.