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Según Elizabeth Beck, una abogada de la Florida que le tomó la declaración jurada a Donald Trump en el 2011 en relación con un proyecto inmobiliario, el Sr. Trump tuvo un exabrupto cuando ella pidió un receso en el transcurso de la declaración para poderse extraer leche del seno para su bebé:

“Se paró, se le puso la cara roja y me señaló con el dedo mientras gritaba: ‘Usted me da asco, me da asco’, y salió corriendo del lugar”.

El Sr. Trump aparentemente no disputa que utilizó la palabra “disgusting” (“me da asco”) y, con su singular estilo, dio a conocer lo que opinaba en Twitter:

“La abogada Elizabeth Beck hizo un trabajo pésimo en contra mía y perdió el caso (yo incluso conseguí que me pagaran mis honorarios de abogados). Me encantó ganarle a ella, fue fácil”.

¿Un malentendido, quizá? El equipo del Sr. Trump aduce que la abogada Beck se quiso extraer la leche dentro de la oficina donde se estaba tomando la declaración en presencia del Sr. Trump y otras personas. Ella, por otra parte, alega que el receso para extraerse la leche se había fijado para que coincidiera con el receso ya establecido del almuerzo y que no iba a tener lugar en presencia ajena.

En realidad no tengo idea de lo que de verdad pasó en esa declaración, ni estoy seguro de que valga la pena que salga en las noticias (con bastante certeza que no). Pero por lo menos convirtamos esa riña tan divertida en un ejemplo educativo… un recordatorio de las leyes laborales tanto estatales como federales con respecto a la extracción de la leche materna:

En el 2010, el Congreso modificó la Ley de Normas Laborales Justas (o “FLSA” por “Fair Labor Standards Act”, la legislación federal que rige el sueldo mínimo, las horas extraordinarias y el trabajo infantil. La enmienda exige que los empleadores cubiertos por esa ley proporcionen:

  • Un “receso razonable” para que las empleadas no exentas del requisito de sueldo mínimo se puedan extraer la leche para su bebé lactante durante un año a partir del nacimiento de la criatura; y
  • Un lugar funcional, que no sea un baño y que esté protegido de miradas ajenas y de la intrusión de otras personas, donde la empleada se pueda extraer la leche. Al patrono no se le exige que mantengan un espacio dedicado exclusivamente a las madres lactantes. En términos funcionales, sería prudente asegurar que esa habitación esté habilitada con un tomacorriente, una puerta con seguro, ventilación adecuada y una silla.

Esta enmienda de la “FLSA” no corresponde a los empleadores que tengan menos de 50 empleados (en total y en todas sus dependencias) si el requisito le impusiera al patrono una “dificultad indebida”. La “dificultad indebida” se determina comparando la dificultad o el gasto del cumplimiento con el requisito con el tamaño, recursos económicos, naturaleza y estructura del negocio del empleador.

También hay que tomar en cuenta las leyes específicas de cada estado. Aquí en la Florida, una madre puede amamantar a su bebé en cualquier lugar, ya sea público o privado, donde esa madre esté autorizada a estar, incluso aunque quede expuesto el seno o el pezón. ¡Me pregunto qué diría el Sr. Trump al respecto!

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